25.5.08

De mi cronista marciano favorito (Esta mañana me he levantado...)

«Beatty contempló la bocanada de humo que acababa de lanzar.
Imagínalo. El hombre del siglo XIX con sus caballos, sus perros, sus coches, sus lentos desplazamientos. Luego, en el siglo XX, acelera la cámara. Los libros, más breves, condensaciones. Resúmenes. Todo se reduce a la anécdota, al final brusco.
—Brusco final —dijo Mildred, asintiendo.
—Los clásicos reducidos a una emisión radiofónica de quince minutos. Después, vueltos a reducir para llenar una lectura de dos minutos. Por fin, convertidos en diez o doce líneas en un diccionario. Claro está, exagero. Los diccionarios únicamente servían para buscar referencias. Pero eran muchos los que sólo sabían de Hamlet (estoy seguro de que conocerás el título, Montag. Es probable que, para usted, sólo constituya una especie de rumor, Mrs. Montag), sólo sabían, como digo, de Hamlet lo que había en una condensación de una página en un libro que afirmaba: Ahora, podrá leer por fin todos los clásicos. Manténgase al mismo nivel que sus vecinos. ¿Te das cuenta? Salir de la guardería infantil para ir a la Universidad y regresar a la guardería.

[...]

—Acelera la proyección, Montag, aprisa. ¿Clic? ¿Película? Mira, Ojo, Ahora, Adelante, Aquí, Allí, Aprisa, Ritmo, Arriba, Abajo, Dentro, Fuera, Por qué, Cómo, Quién, Qué, Dónde, ¿Eh? ¡Oh! ¡Bang! ¡Zas!, Golpe, Bing, Bong, ¡Bum! Selecciones de selecciones. ¿Política? ¡Una columna, dos frases, un titular! Luego, en pleno aire, todo desaparece. La mente del hombre gira tan aprisa a impulsos de los editores, explotadores, locutores, que la fuerza centrífuga elimina todo pensamiento innecesario, origen de una pérdida de valioso tiempo.»

Asusta un poco que Fahrenheit 451 se escribiera en 1953. Me pregunto qué diría hoy Ray Bradbury si leyera, por ejemplo, 20minutos. También si se dejaría quemar...

«Mi abuelo pasó una docena de veces la película tomada desde el cohete, y después manifestó su esperanza de que algún día nuestras ciudades se abrirían para dejar entrar más verdor, más campiña, más Naturaleza, que recordara a la gente que sólo disponemos de un espacio muy pequeño en la Tierra y que sobreviviremos en ese vacío que puede recuperar lo que ha dado, con tanta facilidad como echarnos el aliento a la cara o enviarnos el mar para que nos diga que no somos tan importantes.»

Asusta un poco que Fahrenheit 451 se escribiera en 1953. Me pregunto qué diría hoy Ray Bradbury si leyera, por ejemplo, 20minutos. También si se dejaría quemar...

«[...] El abuelo lleva muchos años muerto, pero si me levantara el cráneo, ¡por Dios!, en las circunvoluciones de mi cerebro encontraría las claras huellas de sus dedos. Él me tocó. Como he dicho antes, era escultor. «Detesto a un romano llamado Statu Quo», me dijo. «Llena tus ojos de ilusión —decía—. Vive como si fueras a morir dentro de diez segundos. Ve al mundo. Es más fantástico que cualquier sueño real o imaginario. No pidas garantías, no pidas seguridad. Nunca ha existido algo así. Y, si existiera, estaría emparentado con el gran perezoso que cuelga boca abajo de un árbol, y todos y cada uno de los días, empleando la vida en dormir. Al diablo con eso —dijo— sacude el árbol y haz que el gran perezoso caiga sobre su trasero.»

Aunque me sigue asustando un poco que Fahrenheit 451 se escribiera en 1953, sobre vivir con miedo hablaré en otro momento...

«—Hubo un pajarraco llamado Fénix, mucho antes de Cristo. Cada pocos siglos encendía una hoguera y se quemaba en ella. Debía de ser primo hermano del Hombre. Pero, cada vez que se quemaba, resurgía de las cenizas, conseguía renacer. Y parece que nosotros hacemos lo mismo, una y otra vez, pero tenemos algo que el Fénix no tenía. Sabemos la maldita estupidez que acabamos de cometer. Conocemos todas las tonterías que hemos cometido durante un millar de años, y en tanto que recordemos esto y lo conservemos donde podamos verlo, algún día dejaremos de levantar esas malditas piras funerarias y a arrojarnos sobre ellas. Cada generación, habrá más gente que recuerde.

[...]

Y tengamos presente una cosa: no somos importantes. No somos nada. Algún día, la carga que llevamos con nosotros puede ayudar a alguien. Pero incluso cuando teníamos los libros en la mano, mucho tiempo atrás, no utilizamos lo que sacábamos de ellos. Proseguimos impertérritos insultando a los muertos. Proseguimos escupiendo sobre las tumbas de todos los pobres que habían muerto antes que nosotros. Durante la próxima semana, el próximo mes y el próximo año vamos a conocer a mucha gente solitaria. Y cuando nos pregunten lo que hacemos, podemos decir: «Estamos recordando.» Ahí es donde venceremos a la larga. Y, algún día, recordaremos tanto, que conseguiremos la mayor pala mecánica de la Historia, con la que excavaremos la sepultura mayor de todos los tiempos, donde meteremos la guerra y la enterraremos. Vamos, ahora. Ante todo, deberemos construir una fábrica de espejos, y durante el próximo año, sólo fabricaremos espejos y nos miraremos prolongadamente en ellos.»


Asusta un poco que Fahrenheit 451 se escribiera en 1953. Me pregunto qué diría hoy Ray Bradbury si leyera, por ejemplo, 20minutos. También si se dejaría quemar...

Free Kiss (Esta mañana me he levantado...)

Feliz día a todos los que sepan por qué hoy son importantes las toallas. O, como mucho, principalmente inofensivas.

Que la Fuerza os acompañe a la salida.

7.5.08

Divagando (Esta mañana me he levantado...)

Estamos tirando a dar (por los tontos buenos tiempos) en otra vida.

El sábado pasado tuvimos concierto de Doctor Divago en Valencia, concretamente en "El loco". Les tenía muchas ganas, desde que me crucé con el Dr. Mongole (un tresdesero que estaba trabajando en hacerles el videoclip de la que se convertiría en mi tema favorito de su repertorio hasta la fecha) y me descubrió este grupo de sonido tan cuidado y letras llenas de reflexión, mimo, retruécanos y metáforas dignas de las mejores poesías.

Actualmente, quizá sólo necesitaría un compás de cualquiera de sus canciones para reconocer su firma sonora, siempre potente, audaz y con un punto de melancolía y cara dura. No sé muy bien por qué, la imagen mental que me viene muchas veces a la cabeza escuchando sus acordes con la melodía de la armónica de Chumi es la de un paseo en descapotable por algún puerto marítimo poco habitado.

Devolviendo mis neuronas al concierto, lo primero que necesitaría destacar para describir un poco la situación es la incombustibilidad de los miembros del grupo. Dos horas y pico de música continuada, con apenas pausas para lo que dura un pequeño trago, de canciones con mucha caña y mucho trabajo vocal. No sé si uno puede sentir agotamiento ajeno, pero algo parecido sentía cuando pensaba en la garganta de Manolo después del enésimo round (no iba a faltar mi propia referencia pujilística ;)). Para estar acorde a las circunstancias, tengo la sensación de que no dejé de batir palmas en ningún momento durante la actuación. Las manos, los pies, el cuerpo se me iba solo detrás de esos ritmos tan sugerentes.

Como músico, aparte de lo ya comentado acerca de sus melodías y tonalidades, no dejaron de sorprenderme con algunos trucos que no había visto nunca, como el "efecto vocoder" en vivo sólo con la ayuda de una mano, y unas cuantas virguerías de batería, bajo, guitarra y percusión (hablando de incombustibilidades, pedazo de solo que se marcó Asensio "Wally" antes del primer bis).

[Inciso para divagación: Asensio es un nombre sin sentido?]

Como punto ligeramente negativo, no entiendo por qué en la mayoría de pubs de concierto quienes ajustan la mezcla de sonido se pasan de volumen (haciendo que esté todo cerca de la saturación o, como poco, ocasionando que se pierda la nitidez de sonido que es tan destacable en grupos como éste). Entre eso y habernos sentado cerca de uno de los altavoces, me pasé el resto de la noche con un pitido terrible en el oído izquierdo. Lo de la voz medio afónica ya fue más culpa mía, por cantar -más bien gritar- las letras de los temas que me sabía, y tratando de adivinar la de unos cuantos que desconocía.

Tanto el comienzo como el final del concierto fueron tan raros como fantásticos; al llegar y saludar a Manolo (que estaba esperando en el pasillo de entrada del pub antes de empezar) no sólo sabe quién soy, sino que se acuerda de mi nick, por un comentario hecho en su blog siglos atrás. Eso sí que es un golpe de efecto.

Quedamos en que después del concierto le asediaríamos un poco para pedirle un autógrafo así que, después del concierto, estuvimos esperando a la salida para cumplir nuestra palabra. Aproveché para comprar un ejemplar de "Un minuto antes de la realidad", que es el disco donde estaba mi tema favorito (y cuya caja, por cierto, parecía haberse caído en una marmita de colonia cuando era pequeña, o algo). Y como quiera que no salían, y que uno de los del local Manolo Contreras (webmaster del grupo entre otras muchas más cosas) nos dijo que podían tardar un poco y que fuéramos al camerino, ni cortos ni perezosos allá que nos dirigimos seguidos de un par de groupies alemanas. Inciso: ¡cuántísimas chicas fueron al concierto! ¡Qué exitazo entre el público femenino!

Entramos en (o casi más cercano a la realidad: asaltamos) el camerino y nos deshicimos de toda la carga de elogios que llevábamos reservando durante toda la noche. No sólo no parecían cansados, sino que aguantaron estoicamente con una amabilidad tremenda un buen rato de cháchara sobre los gamusinos y las peonzas, que si en Castellón la cosa está chunga para encontrar un garito donde tocar, que si Mongole acababa de estar por allí y no lo conocí en persona por el canto de un duro, que si Wally se había caído por el agujero del wáter...

Al final, antes de desearnos mutuamente suerte en nuestras trayectorias y ojalás que volvamos a vernos, nos hicimos una foto (en la que Wally no salió, y cuyo título oficial es "¿Dónde está Wally?") y, ya exhaustos, nos fuimos sonrientes hacia el hotel aullando a Dios en cada farola. No pongo fotos porque la calidad es bastante cutre: cámara de móvil con poca luz... el valor es más bien sentimental porque yo sé quiénes son los manchurrones azules de la foto :D

Fue una gran noche, de las que se atesoran para los momentos bajos. Actualmente tengo su CD ambientando musicalmente mi coche. La caja también, en su acepción más olfativa.