23.12.06

De vuelta (A veces pasan cosas)

Es irremediable hacerse una imagen mental más o menos completa de una persona al poco de conocerla. Podríamos llamarle "prejuicios", aunque esta palabra tiene una connotación negativa. Quizá preferiría hablar de "encasillamiento en una serie de estereotipos". Una idealización, al fin y al cabo, de la forma de ser y estilo de vida de esa persona (de nuevo, "idealización" está cargado de sentido positivo y tampoco es mi intención).
A medida que conocemos a una persona, por lo tanto, es muy posible (o casi inevitable) que nos sorprenda, tanto para bien como para mal. Caen ídolos, o se revalorizan antihéroes propios. Esa persona a la que considerabas casi perfecta hace algo que choca directamente con lo que esperabas de ella, o esa otra persona que te parecía plana y sin interés resulta que tiene más chicha de la que parecía.
Esto puede pasar a nivel global, o estar localizado en un aspecto de la forma de ser de una persona. Por ejemplo, en la cena de clase de esta noche, una amiga (¡hola, Ana!) nos hablaba de su distinción entre gente "ingle" y gente "potorro"; era incapaz de considerar que mucha gente de su alrededor (amigos inclusive) pudieran tener sexo (al igual que a muchos les pasa al pensar en su familia, sus profesores, etc.). Esta gente es la gente "ingle". La gente "potorro" es la gente a la que sí se puede imaginar teniendo sexo.
En el grupo de gente, algunos no compartían su visión dicotómica, pero yo sí tengo implementado una funcionalidad parecida en mi cerebro. No me resultaba difícil definir a cualquier conocido como "ingle" o "potorro". Yo mismo soy ingle, tanto para Ana como para mí mismo.
Por supuesto, muchas veces estos estereotipos están muy lejos de la realidad. Lo cual nos devuelve al pensamiento de cuántas veces hemos pensado en que una persona era perfecta para nosotros, y hemos acabado descubriendo que tiene muchas más carencias de las que pensábamos, o cuántas veces no nos hemos fijado en alguien que luego resulta que cumplía las expectativas. Cuántas veces nos hemos equivocado, y cómo se pueden pagar esos errores mucho más adelante en la vida...

Me he dispuesto a volver a casa, en un estado bastante apático y triste (como siempre que recuerdo lo mucho que necesito a esa persona a quien amar). He estado pensando en lo difícil de encontrar a una persona que encaje contigo, que tenga lo que necesites y puedas soportar las cosas que no encajen del todo, y que además suceda lo mismo a la inversa. Me he imaginado cómo sería la chica en cuestión: tendría que gustarle la sinceridad, no importarle que uno fuera bastante pesado, tendría que ser muy despierta, pero sin entrar demasiado en un terreno "abstractopedante", tendría que tener un corazón social importante, pero no importarle que a la vez uno frivolice con los temas más serios... y así, mil millones de cosas. Casi tan complicado como que te toquen los dos primeros premios del gordo, repitiendo el mismo número que 103 años atrás, y que el número capicúa coincida con otro premio. Puede pasar, claro.

Mientras volvía, me he cruzado con una jovenzuela llorando contra la pared, con una amiga consolándola. No es necesario ser un lince para reconocer los efectos del alcohol, lo cual me ha recordado también en cómo cambian algunas personas cuando van bebidas. Quizá la campaña "esto es lo que él/ella cree que está pasando" sea la más adecuada que se ha hecho nunca. Mucha gente ha perdido el norte con el alcohol, y con lo que supone estar de fiesta, divertirse.

Del misticismo y del delirio quizá hable en otra ocasión (a raíz de una interesante charla sobre el tema con otra compañera de clase). De lo que sí quiero autorrecordarme, es que cuando me preguntó acerca de mis creencias ("¿crees en algo más allá de la vida?") me dejó congelado. Porque sí, me tengo por bastante "espiritual" y tengo una especie de creencia en la inmutabilidad de la existencia (nuestra energía y nuestros materiales existían antes de ser "nosotros", y cuando muramos volveremos a disipar esa energía y esos materiales, siendo parte de nuevo del Universo, de alguna manera). En cualquier caso, nada parecido a los dogmas mayoritarios actuales. Eso me ha recordado que me hubiera gustado tener una asignatura de religiones, porque seguro que hay alguna corriente filosófica metafísica a la que podría adherirme. Si no recuerdo mal, es algo muy parecido a la creencia de Einstein.
Sólo que también creo en un "Bien" y un "Mal" (me resultan fáciles de ver en la vida cotidiana), y en un "Ahorabienyahoramal", en actos que benefician a otros y actos que dañan a otros, a nivel individual y a nivel planetario, casi Universal. Supongo que no es nada que os resulte ajeno, mis queridísimos supuestos lectores.
Como informático, también creo en una realidad similar a la "Matrix": estar inmiscuidos en un sistema con una estructura y una lógica que no podemos llegar a manejar por estar dentro, pero cuyo conocimiento y control sería parecido a ser Dios o, si el propio sistema es autoconsciente y autocontrolable (o ni eso), habría un Dios "Estructura", el "root" del sistema.
A veces tengo la sensación de que la realidad (esta realidad, nuestra realidad), es increíblemente voluble (como un programa residente en memoria, que en cualquier momento se puede eliminar de ahí para ser reemplazado por cualquier otra cosa, o no), que tengo "miedo" de que todo desaparezca, así de repente. Simplemente, todo se acaba, como cuando trabajas con el ordenador y hay un apagón. A veces, deseo con todas mis fuerzas el apagón. Otras, tengo la impresión de que sólo falta tener el estado mental adecuado para lograr escapar de esta realidad y llegar a algo más, como si fuéramos una parte de un cable pelado que necesita la combinación necesaria para hacer contacto con otra parte del cable que está colgando por todas partes.

En definitiva, que tengáis felices fiestas. Y que seáis todo lo felices que os dejéis ser (y si puede ser algo más, mejor).

No hay comentarios: