5.4.05

Bang, bang, bang, bang.

Había cerrado todas las ventanas en el ordenador, pero su dedo continuaba picando sobre el ratón en el lugar donde instantes antes había estado la "X". No se había dado cuenta, en realidad no estaba allí. Hacía un rato que no.
Tenía clase en diez minutos, pero acababa de decidir que necesitaba vacaciones. Le dolía intensamente la cabeza. Nada salía bien, y ya contaba con eso, pero aún así le dolía que todos sus esfuerzos por mejorar, por ayudar a los demás, a lo largo de toda su vida, hubieran tenido siempre el mismo recibimiento. Sentía como si se hubieran equivocado en su educación desde el principio. Nada de compartir, nada de ayudar, nada de mejorar, tú ve a tu puta bola y el resto que se pudra donde pueda. Así funcionan hoy las cosas, o eso dicen.
Tenía la vista clavada en el infinito cuando salió del aula, mirando muy meticulosamente cada detalle de la nada. Bajó la rampa sin mirar atrás, con la sensación de que si lo hacía, tres o cuatro familias echarían en falta a alguien aquella noche.
Cuando fuerzas demasiado la dinamita, suda nitroglicerina. Si la sigues forzando, estalla.
Contó hasta diez. Tres veces. Respiró. Estaría mejor en casa.
De todos los lugares en los que no le apetecía estar, su casa era el que menos le repelía.
No tuvo demasiada consciencia del viaje. Sólo recordaba el número 170 (probablemente la velocidad), el número 3 (las ocasiones en las que podría haberse dejado la piel), y que había olvidado totalmente ponerse las gafas.
Seguía teniendo la mirada en el infinito. El móvil le avisó de que su batería tenía mejores planes para el resto de la tarde. Estuvo de acuerdo con su batería, unas buenas vacaciones de una tarde era lo que más necesitaba en ese momento. Tampoco creía que le fuera a necesitar nadie. Tal vez la gente a la que siempre parecía arrastrar en su caída, pero hasta ellos estarían mejor sin él.
Le seguía doliendo la cabeza. "Un mal día", pensó. En seguida, rectificó: "Una mala vida". Tal vez algún día le viniera bien recordar dónde estaban sus límites, a partir de dónde dejaba de ser él, cuándo perdía el control. Cómo pensaba su Lado Oscuro, del que tanto asco y miedo tenía.
Abrió una ventana. Necesitaba un título que le resumiera la presión, el odio que sentía hacia la gente que le condenaba en juicios desiguales, el estallido del mundo en miles de pedazos. Comenzó a escribir: "Bang, bang, bang, bang."

1 comentario:

Anónimo dijo...

Haz como Neo, esquiva las balas o...despierta de un mundo irreal para aparecer en otro real, enamórate de una tía que se llame Trinity y conviertete en el elegido por un negro que vende pastillas para no dormirte en ese mundo irreal otra vez y acabar con él desde tu nuevo mundo real.

Yo soy la ficha roja-ja.